Debería de empezar diciendo alguna frase atrapante o “comercial”. Digo, si mi intención es conquistar de una su atención. Pero resulta complicado descubrir la formula que me llevara a dicho prometido. Así que comenzare de la manera más simple.
Ahora, debo de ser sincero con usted, mi más preciado lector. Esto no es mas que una exposición de lo quizás algún día pretenda no ser. O sea, que estas Memorias tratan de mí. ¡Si!. Pero esto es lo llamativamente absurdo: aun no he vivido, ni siquiera he de nacer y ya pretendo describir mi vida. Mi padre diría “sueños de grandeza”.
Aun así, no lo es. Es más un llamado a la aventura literaria que a una exposición vulgar de una mente obtusa pretendiendo ser digno de escribir.
Pero no. Los párrafos adentran sobre una trama poco confiable y desprolija. Todavía no he creado comentario alguno sobre como comenzará esta “obra”.
Presto suma atención a todo lo dicho anteriormente y corro el riesgo de perderme en mi pedante intensionavilidad. Mas aun, comenzaré de la manera que mejor me salga. ¡Ahí esta! Comenzare hablando por el fin. Del anterior. De esta manera me será mas sencillo comenzar la historia.
Recuerdo que concluía con un rotundo ¡Fin! …
Aclarado esto, daré por comenzada la historia sobre mis Memorias de juventud. Debo de aclararle, mi estimado lector, que estas torpes y mal escritas líneas no encontrara nada relacionado al sexo o al poder. Ya que tanto uno como el otro, son dos “elementos” que dentro de mi vida no tienen ningún peso. Esto no por decisión propia. Lamentablemente.
Me es menester aclarar al tiempo, que no es fácil ser un joven blanco, de 23 años, de clase media, con una asistencia regular a una “casa de altos estudio”. Digo, no es fácil por que me tengo que levantar a media mañana. Pero más allá de este heroísmo altruista que me ha llevado a estar acá, pienso que no es fácil tampoco ser peronista hoy. Mucho menos un radical. ¡Esa si es gente complicada existencialmente! Por eso, entiendo que, como no es fácil, se hayan disgregado en partes y fusionado de algún modo. No es bueno estar solo, y más cuando uno esta mal anímicamente, ¿no?
Siempre me he sentido rodeado de realidades antagónicamente opuestas, pero todas ellas se necesitan más que a nada. No por el hecho de que sin su unidad no haya “realidad”; sino por que cada una representa de la otra un puente de entendimiento para las biografías de cada persona dentro de la sociedad.
Pero ¿es la conmoción política, la fragmentación partidaria y la cristalización social lo me rodea en forma de realidades? ¡No, para nada!! Lo que me rodea es una masa caliente de problemas disparadores que me llevan a entender mi biografía como tal.
Mi juventud se caracteriza por no tener la más pálida idea de lo que ocurre en el mundo. Por eso, queda en claro que es inútil definirme como un ciudadano responsable. Todo lo contrario, mi desmotivación política y civil, me ha llevado a la creencia de que la televisión es creadora de toda realidad política y social.
De alguna forma, me remite a mi primera vez. No sabia que hacer. El nerviosismo y la falta de experiencia se apoderaron de mí. Tenía frente a mí, en esa habitación oscura, la responsabilidad y firmeza para continuar. Pero caí en la duda de donde la pongo? como lo hago? estará bien lo que hago? que seguridad tengo de que esto es eficaz?
Como verán mi primera vez en un acto electoral me traumo mucho. Y eso que tenía ya 20 años. Las anteriores oportunidades me las rebuscaba para no tener que asistir a ese engorroso trámite “burocrático”.
Luego de eso me entusiasmo la idea de ver ese mundo de lo político más de cerca. Le pedí a un tío, que era concejal municipal, o algo así, en un municipio del Gran Buenos Aires. Entre como administrativo. Iba a las 9 y a las 12 ya estaba en casa. ¡Estaba buenísima la política! Pero pronto cambio el intendente y nos rajaron.
Así que me aliste en un partido opositor a dicho intendente. No iba a ser de otra manera: me había rajado a la mierda!
De esa manera entre formalmente en la militancia política. Ya no era un virgen político. Mi apellido me daba cierto prestigio y fue así como recibí el abrazo hermano del Partido por
Mi agrupación era una ramificación de uno más grande y ramificado. Ahí se encontraban agrupada la oposición del intendente. Lo más raro es que el intendente provenía del mismo partido y agrupación. Pero lo que me decían los muchachos es que “el Intendente es un egoísta. Solo piensa en el y nunca en el pueblo. De todos los negocios que hace, la agrupación no ve un peso…” ¡Que locura!
Poco a poco fui entendiendo como era la movida, y por medio de mi tío me llegaron los primeros puestos importantes: presidente de la juventud y luego, mano derecha del presidente de la agrupación. O sea, mi tío. Y todo eso en menos de 2 años. Son enormes las chances de triunfar en este país, como verán.
Con este párrafo termino la primera entrega de Memorias de juventud. Pronto habrá mas historias de cómo fui explorando la política, hasta ser lo que soy hoy.
Por ahora ¡Adeus!
Manuel "manolo" Fernandez